2. Antecedentes de la Incubación de Empresas, Incubación Social e Incubadoras en la Economía Social y Solidaria

Las incubadoras de empresa constituyen un elemento estratégico de las políticas de innovación para favorecer el desarrollo de un sector o rama. Son un instrumento orientado al desarrollo de regiones y se destaca la importancia de su papel para el surgimiento y posterior sostenimiento de los proyectos en el tiempo.

El concepto de Incubadora de empresas surge en 1950 en Silicon Valley, California, a partir de una iniciativa de la Universidad de Stanford que creó un parque industrial y, más tarde un parque tecnológico (Stanford Research Park). Ambos funcionaron como centros de fomento y desarrollo tecnológico para la generación de pequeñas empresas dedicadas a la creación de software, con la idea de que abastecieran a las grandes empresas tecnológicas.

Creadas con el fin de apoyar ideas e iniciativas de potenciales emprendedores, así como de empresas en gestación, su objetivo era promover la transferencia de tecnología desarrollada en la Universidad hacia las empresas como así también la creación de nuevas empresas intensivas en tecnología, principalmente del sector electrónico.

El éxito obtenido con esa experiencia y las necesidades generadas por la crisis de los años noventa, estimularon la réplica de iniciativas semejantes en otras localidades, dentro y fuera de los Estados Unidos, ampliando luego el ámbito de incubación a todo tipo de empresa.

Los estudios sobre estas experiencias realizadas, resaltaron las dificultades de la utilización de la metodología de incubación in situ y presencial, ya que genera procesos muy largos y mecanismos de dependencia difíciles de superar en la etapa de desincubación de las incubadoras.

Incubación Social e Incubadoras en la Economía Social y Solidaria en Latinoamérica

Las incubadoras sociales surgieron como una alternativa de combate a la pobreza, ante los bajos índices de crecimiento de las poblaciones más alejadas de los centros urbanos, y para dar respuesta ante la imposibilidad de que inversiones privadas llegaran a esos lugares que no contaban con infraestructura suficiente y cuya ubicación geográfica las mantenía aisladas de los centros de desarrollo.

La propuesta inicial de la incubación social se originó a partir de la concepción de “transferencia de tecnología”, inspirada en incubadoras de empresas, pero orientada a emprendimientos populares cooperativos. Arranca del concepto de aprovechamiento del “saber hacer” de una comunidad para impulsar el mercado interno y el intercambio de bienes y servicios que se requieran, mediante la especialización y la asociación de pequeñas unidades productivas tanto en zonas urbanas marginadas como en poblaciones rurales.

En Latinoamérica, las experiencias de incubación están dirigidas a activar estrategias colectivas, construir redes y buscar sistemas alternativos a partir de prácticas creativas.

Algunas de las experiencias más significativas de incubación social se han dado en Universidades brasileñas desde mitad de los años noventa, donde tienen por objeto la inclusión de los actores económicos marginados de la economía formal, a partir de la organización para trabajar. Se les dio’ el nombre de “incubadoras tecnológicas de cooperativas populares”, implementando el modelo de incubadoras sociales originario de Europa, con el que se impulsó la organización productiva de las comunidades rurales del país, otorgándoles financiamiento a los proyectos viables y dirigiendo la actividad económica de cada comunidad según su vocación productiva.
En 2002,luego de una separación a partir de la red existente, resultado de un acuerdo entre las coordinaciones de ambas, en las universidades brasileñas surgieron dos redes de incubadoras: las Incubadoras Tecnológicas de Cooperativas Populares (ITCPs) y la Red de Incubadoras de Unitrabajo. Las ocho incubadoras que existían en 1998, a comienzos de 2011, ya se convirtieron en cerca de setenta, siendo impulsada la difusión de las experiencias por el Programa Nacional de Incubadoras de Cooperativas Populares del Gobierno Federal (PRONINC), que las financió en parte con recursos provenientes de la Fundación Banco de Brasil.
Actualmente, casi todas las universidades tienen incubadoras sociales, siendo más de cien, y se proponen la construcción de nuevas áreas de investigación académica interdisciplinaria, tanto en la enseñanza como en la investigación y la extensión.

En Uruguay, en la Universidad de la República se encuentra una de las experiencias más recientes de incubación, entendida como un proceso de intervención compartido entre universitarios y trabajadores asociados, en emprendimientos económicos cooperativo-asociativos, atendiendo a todas sus dimensiones e integrando las funciones de enseñanza, extensión e investigación. La elección fue’ la de incubar solamente emprendimientos asociativos y asociados, ya que se pudo aprovechar los aprendizajes de las otras incubadoras regionales.

En la Argentina, encontramos experiencias de Incubación Universitaria en Córdoba que acompaña a los emprendedores en la creación de nuevas empresas de base tecnológica, brindándoles herramientas para su crecimiento y consolidación, fomentando la vinculación e interacción de la comunidad emprendedora universitaria con organismos públicos y privados. En Mendoza, existe un programa que apoya la creación de empresas relacionadas con la innovación científica tecnológica, brindando soporte para transformar ideas-proyectos en empresas viables y autosuficientes que impulsen el desarrollo local. En Santa Fe el programa de la Universidad Nacional de Rosario está destinado a promover la creación de empresas y a fomentar la cultura emprendedora en los estudiantes y graduados de la Facultad de Ciencias Económicas y Estadística mediante la creación y desarrollo de una red entre docentes, profesionales, empresarios y organismos públicos y privados.

Encontramos también un antecedente en la Universidad Nacional de San Martin, Buenos Aires, dónde en el año 2002, se creó la Incubadora MIPES (Micro y Pequeñas Empresas) en asociación con la Municipalidad de San Martín y la ONG Italiana CISP (Comité Internacional para el Desarrollo de los Pueblos). Como una segunda etapa de este proyecto, en 2011, se pudo inaugurar Innovar San Martin, cuyo objetivo es incentivar la creación de empresas de tecnología, y su desarrollo comercial, conformándose el Sistema de Incubadoras de Empresas MIPES-INNOVAR San Martín, como una estrategia de desarrollo local.

Todas estas experiencias han provocado transformaciones en el contexto social, político y cultural a través del conjunto de prácticas que construyen herramientas y tecnologías que permiten compartir los procesos y los resultados. Los logros alcanzados son a la vez puntos de partida para otros. Una sucesión encadenada de elementos en los que se mezcla la creatividad, la habilidad y la producción material, construida y consumida desde la experiencia compartida.

Campos teóricos referenciales
A pesar de los obstáculos, las incubadoras han sido centros productores de investigación y de reflexión académica. No existe un relevamiento sobre esta producción, pero sí hay publicaciones de La Red de Incubadoras Tecnológicas de Cooperativas Populares en Brasil, de la Revista del Centro de Estudios de Sociología del Trabajo, artículos, tesis de maestría y doctorado nacidas en casi todas las incubadoras.
Se pueden elegir cuatro grandes campos referenciales, divididos en dos bloques principales:
-La Economía Social y Solidaria. Los escritos de Paul Singer y Luis Razeto son una referencia, Otros autores, especialmente latinoamericanos y franceses, suelen ser leídos, aunque en general, los conceptos sean poco discutidos
-Las Metodologías de Incubación o de las Tecnologías Sociales: (i) la micro-política de los emprendimientos y la incubación (las relaciones de poder y solidaridad interna de los grupos, y entre grupos e incubadoras); (ii) la gestión económica (mercados, estrategias, precios y costos, controles contables, etc.); (iii) la calificación de procesos productivos (tecnología utilizada).
Las tecnologías alternativas representan alternativas sustentables (económica, social y ambientalmente) frente a las tecnologías convencionales, que suelen ser económicamente inaccesibles para los grupos populares . Pero la expresión tecnologías sociales se refiere también a metodologías y técnicas relacionadas con la construcción y desarrollo de potencialidades humanas que pueden ser apropiadas por grupos populares, (las formas diversas de investigación-acción, la educación popular, la gestión cooperativa-participativa, los grupos operativos, la formación de redes de economía social y solidaria, etc.).
Lo interesante y rico es que la discusión se presenta en torno a experiencias concretas, en el marco de consolidación y desarrollo de emprendimientos económicos populares autogestionarios a través de la generación, combinación y potenciación de saberes populares y universitarios, (comunidades e incubadoras), en la búsqueda de alternativas eficaces para sus problemas efectivos.

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