Autoras/es
Delgado, Guillermo Augusto
Tello, Diego Javier
Resumen
El presente trabajo intenta reflexionar sobre el Monotributo Social Agropecuario (MSA) como mecanismo de inclusión enmarcado en una respuesta institucional para garantizar el derecho de acceso a la salud a través de la obra social, contar con aportes jubilatorios y posibilidades de facturar en blanco, otorgándole formalización al sector más relegado del campo, proveyéndolos de una importante herramienta para fortalecer su rol en la economía social solidaria.
En Argentina, se estima que el conjunto del sector de pequeños productores, campesinos y de la agricultura familiar abarca más de 200 mil agricultores en todo el país. El sector produce en forma directa más del 60 por ciento de los alimentos que se consumen. En San Juan, esta herramienta (MSA) ha cumplido un rol central si consideramos que el 70% de los obreros rurales está en negro y no tiene cobertura social (obra social, aportes jubilatorios, salario familiar, seguro de desempleo).
Recientemente, desde el Ministerio de Agroindustria de la Nación se anunció el “reempadronamiento” del Monotributo Social Agropecuario lo que determina la eliminación paulatina de una herramienta demandada históricamente por las organizaciones de la agricultura familiar para resolver la invisibilización del sector en el mercado formal, brindar posibilidades de comercialización “más justa”, abrir nuevas posibilidades y canales de venta y permitir estar incluidos en el sistema de salud y jubilación.
Estas medidas embisten una vez más al sector de la agricultura familiar, motor de la producción que se consume en el mercado interno, generador de la mano de obra rural y estandarte de la soberanía alimentaria, que con historia y cultura diferenciadas de sus pares urbanos resiste desde los márgenes las embestidas del agronegocio y contiene en su gen las bases de despliegue de “otra economía” alternativa a la impuesta por el mercado capitalista.