Por Paula Cabanchik, Daniel Carceglia y Mahuén Gallo
Reflexionar sobre las prácticas desde este espacio de formación e intercambio de saberes tiene un sentido estratégico, ya que busca fortalecer el proceso educativo como transformador de una realidad, para lo cual busca interpelar y dialogar críticamente, proyectando nuestro hacer en distintas expresiones de cambio volviendo constantemente a la trayectoria de vida que nos posiciona en el lugar desde donde actuamos. La formación del Diploma profundiza un proceso de reflexión que busca avanzar en la construcción de actores sociales del sector, capaces de contribuir a los procesos de organización colectiva y transformación social que la economía social y solidaria requiere.
Cambiar la mirada; revisar las concepciones; profundizar en qué hacemos, cómo lo hacemos y para qué lo hacemos es el desafío que nos proponemos al partir de la práctica y mirarla críticamente para transformarla (sustento conceptual sencillo y profundo tanto de la Educación Popular latinoamericana como de la Educación Social). Nuevas prácticas enriquecidas con el análisis y la visión estratégica que nos permiten pensar el fortalecimiento de un proceso de construcción para el sector de la Economía Social y Solidaria (ESS). Nos permite construir desde una reflexión e interpelación que toma la consolidación de una comunidad de aprendizaje como el espacio donde este proceso se vuelve colectivo y se basa en la confianza y el reconocimiento de la diversidad y la disposición para compartir experiencias y conocimientos. Sin éste colectivo no nos es posible pensar una transformación social integral.
Luchamos mejor cuando construimos conocimiento sobre la realidad, la historia y sobre el horizonte que vamos a alcanzar. Y no es solamente el construir el conocimiento, sino hacerlo profundizando en la capacidad crítica que permita dialogar con diversas fuentes y espacios, pudiendo construir un relato que nos represente como colectivo. La educación popular tiene en su base la historia de los movimientos sociales y los trabajadores autogestivos de América Latina. La Educación Social en la Argentina es un campo en construcción. Si bien cuenta con antecedentes relevantes en el país (centrados en las prácticas de muchos movimientos sociales organizados en torno a la educación), los mismos no han sido nombrados y reconocidos como tales aún.
Por eso hoy recuperar la historia y los saberes de los actores que son hacedores de estas experiencias de economía social y solidaria es necesario para construir las definiciones sobre el objeto de la educación social y popular para este campo; al tiempo que se vuelve central en la formación de quienes son protagonistas de este proceso. Estos son los desafíos de este trayecto.
Freire elabora un proyecto de práctica educativa que posibilite el develamiento por parte de los sujetos que intervienen del propio proceso, de inserción en y apropiación del tejido social, y por tanto de su recreación. Siguiendo esta línea, “enseñar” o intervenir en espacios socio-educativos no es transferir conocimiento sino crear las posibilidades para su propia construcción.
Es importante un proceso de formación sistemática porque las ideas y las experiencias necesitan organización, método. Quienes trabajamos en espacios socioeducativos, asumiendo una perspectiva de pedagogía crítica debemos entender, analizar y ser conscientes de cómo funcionan e interactúan los componentes de poder de la educación, determinando cómo nos formamos y constituimos como sujetos de derechos.
Al hacer este análisis, la Educación se vuelve crítica y deja atrás posiciones inocentes e ingenuas, proponiendo sujetos que interactúan desde una acción transformadora colectiva, como comunidad de aprendizaje que construye así en este espacio de la Economía Social y Solidaria, tomando la educación como el sostén fundamental para su integralidad.