Por Cristian Silva
“Quizás debamos dejar de decir que somos otra economía y empezar a decir que somos la economía que queremos construir”, así lo señaló Patricio Suárez, responsable de redacción de la Agencia de noticias ANSOL en una charla que dio a estudiantes de la Universidad Nacional de Quilmes. Lo dicho tiene que ver con uno de los núcleos de la economía social y solidaria, con su sentido de transgredir, de superar un estado de cosas, un estado de dominación. Es el aspecto propositivo, aquel que marca el sentido que recoge los sueños de una sociedad más igualitaria, que recoge la utopía. Porque como dijo la Presidente de la Nación Cristina Fernández si hace 200 años los libertadores de la patria lucharon por la libertad, ahora es tiempo de luchar por la igualdad.
Por ello desde el DOSESS se trabaja en una formación que se propone estructurar las experiencias dispersas, esas experiencias de igualdad y libertad que se desarrollan en la economía social y solidaria, porque para que otro mundo sea posible, es necesario que otra economía acontezca y también que otra política sea posible, aquella que se construye desde la participación de sectores postergados, desde la creación de otros posibles. Así, otra economía es una economía orientada a la no dominación, es decir, orientada en la emancipación. Esta otra economía surge como respuesta transgresora, cuestiona la sociedad hegemónica desde respuestas colectivas a las transformaciones y fragmentaciones producto del neoliberalismo, transformaciones del Estado y del trabajo.
Y en este punto, cobra necesidad la presencia de un Estado que se inmiscuya en un proyecto de país que produzca una re-invención de la democracia, que se realiza desde políticas públicas orientadas a la generación del bienestar social. Nos encontramos inmersos en la propia re-estructuración del Estado, dentro del cual se presentan los proyectos que otorgan sentido a las personas, en este caso, el Diploma de Extensión de operador socioeducativo viene, además de fortalecer a la formación de dirigentes de la economía social y solidaria que realiza, a dar cuenta de un proceso de disputa del Estado. Un proceso al que se contribuye a fortalecer desde prácticas inclusivas, autogestivas, contrarias a la absolutización del mercado en los designios de la vida de todos y todas.
En este sentido, la apuesta utópica, que se realiza desde el hoy, en la que se tienden puentes entre lo posible y lo imposible, asume que la transformación del Estado es central, y se consigue por medio de respuestas colectivas que reducen la fragmentación social. Las respuestas colectivas asumieron constantemente dos aspectos centrales, por un lado, aquellas que se cosificaron en protestas sociales, las cuales se evaporaron con el paso del tiempo, y por otro lado, las que sumaron a la protesta social iniciativas sociales de trabajo asociativo y autogestivo. Estás últimas son las propias de la economía social, con las que el Diploma trabaja, crea puentes, busca fortalecer y contribuir en la generación de su institucionalización.
Es por ello que los actores de la economía social y solidaria, al partir de las necesidades, donde su surgir está implicado en la generación de iniciativas que propugnen el sustento de la vida de todos y todas, se enfrentan, al superar un primer estadio, a otras necesidades. Necesidades propias de procesos de institucionalización, porque el desarrollo de la economía social y solidaria requiere que las experiencias se coaliguen, se extiendan, que relacionen, y en este punto el Estado, espacio de disputa, se presenta como uno de los actores prioritarios, potenciadores, generador de posibilidades. Por lo tanto, en este punto se presenta una necesidad de re-institucionalización de lo político, de las políticas públicas, donde se priorice la construcción colectiva y sociopolítica que asuma como una de sus responsabilidades primeras, contribuir a la construcción de actores con capacidad de incidencia, esa debería ser la ética de toda política pública, contraria a cualquier relación de dependencia.