Nos encontramos situados, inmersos en un sistema que asigna significados que construyen sentidos, en este caso, es imperioso que cómo actores involucrados en nuestras prácticas, se profundice en las conceptualizaciones que nos habitan, a razón de que estamos inmersos en el sistema capitalista hegemonizado por una perspectiva neoliberal, que produce un determinado significado excluyente de diversidad.
Así, el espacio curricular de Trabajo y sociedad, interviene en uno de sus módulos específicos en el reconocimiento de las vinculaciones entre el Trabajo y el Estado, porque no siempre el trabajo fue, ni es, el mismo, sus cambios, sus configuraciones, da cuenta de un proceso de transformación, de una interconexión con otros espacios que condiciona y produce una realidad distinta. Los abuelos y abuelas, padres, madres, y nosotros como trabajadores no somos los mismos trabajadores, algo cambió, cambia y necesita relacionarse, para entenderse.
Y por qué el Estado, porque el desarrollo de las políticas públicas vinculadas al trabajo desarrollas en los últimos años vienen a dar cuenta de un proceso de abordaje de la problemática del trabajo, distinta, diferente. Lo cual exige detenernos en los modos en que las distintas configuraciones estatales en las últimas décadas han propiciado determinadas formas de trabajo por sobre otras. Partir de la experiencia quiere decir poder relacionar nuestra realidad con la existencia de un sistema –político, social, económico y cultural- determinado.
Para poder lograr este cometido, está reflexión teórico-práctico es imprescindible trabajar –construir teoría práctica- que parta de la experiencia. Desde las formas en que se fue construyendo un papel al Estado, a las formas de intervención del Estado en las últimas décadas de modo tal de poder ir reconociendo el vínculo entre las políticas públicas y el mundo del trabajo. Por lo tanto, pensar nuestra actualidad, las consecuencias de las políticas sociales de la década de los noventa en tanto formas de vinculación entre el Estado, el mundo del trabajo y la sociedad en el contexto de la caída del empleo, haciendo énfasis en el modo en que las intervenciones estatales han visibilizado e invisibilizado ciertas formas del trabajo por sobre otras (trabajo asalariado, trabajo autogestivo, trabajo comunitario, trabajo doméstico, etc), así como han puesto en la escena pública formas inéditas de la sociedad organizada.
Poner en relación los aspectos anteriores lleva a pensar las actuales políticas de promoción del empleo y la economía social y solidaria desde otra perspectiva. El nuevo rol de las formas organizar a la sociedad en torno a la generación de los bienes públicos, el poder pensar colectivamente qué nuevas vinculaciones entre Estado y Sociedad pueden ser pensadas y construidas a partir de la promoción de nuevas formas de trabajo solidarias y autogestivas.