Autoras/es
Cóceres, Claudia María
Integrante del Programa de Arqueología Histórica y Estudios Pluridisciplinarios (PROARHEP) de la Universidad Nacional de Luján
Resumen
Los cambios que se proponen ONU camino al 2030 comprometen a todos los sectores no solo a los Estados y a sectores no gubernamentales; estos últimos están reconfigurando los contratos sociales para establecer políticas dinámicas y a largo plazo para conseguir el bienestar humano.
Las políticas públicas en educación deben reformular sus objetivos que no solo desestimen la meritocracia sino que puedan fortalecer comportamientos colectivos en búsqueda de resolver conflictos para las complejas realidades existentes.
La importancia de analizar la influencia del contexto en las interacciones sociales, con el objetivo de tratar de distinguir las características universales de las redes de confianza y cooperación, respecto a sus influencias contextuales es prioritaria en tiempos de cambios vertiginosos.
Por esto la educación solidaria debe sustentarse en el fortalecimiento comunitario y de la capacidad organizativa, donde vínculos emocionales que existen detrás de las relaciones de confianza y tienen que ir más allá de las limitaciones cognitivas promovidas por el capitalismo individualista. La educación comunitaria y sus valores se redefinen junto con las necesidades urgentes.
En consecuencia la comunidad como artefacto político debe manifestar una crítica del presente así como anunciando una posibilidad y un ferviente deseo de recuperación de dimensiones comunitarias para el porvenir; desde procesos de colaboración transdisciplinares que promueva la colaboración, diálogo e identidades relacionales también en la educación.