Con la denominación de circuitos socioeconómicos alimentarios (Pastore, 2020) buscamos dar cuenta de la proliferación de innovadoras experiencias territoriales de construcción de circuitos alimentarios, que impulsan formas de comercialización alternativa, de intermediación solidaria, popular o cooperativa, tales como: mercados populares; ferias francas o de la agricultura familiar; comercializadoras de la EPSS; almacenes populares o autogestionados; redes de distribución alimentaria con nodos de consumo; compras comunitarias o colectivas; compras públicas o institucionales a la EPSS; sistemas de promoción del compre local; centrales de compra cooperativa; centros o mercados mayoristas vinculados a la agricultura familiar y las cooperativas de alimentos; etc.
En estos circuitos socioeconómicos, las relaciones y flujos económicos que median entre la producción, la comercialización y el consumo alimentario, están orientados básicamente por dos grandes objetivos. Por una parte, incrementar los niveles de venta, trabajo e ingresos de pequeños productores y cooperativas de alimentos. Al mismo tiempo, por otra parte, contribuir a mejorar las condiciones de acceso a una alimentación saludable para la población asociada a los mismos en distintos contextos territoriales, en particular, para los sectores populares y las familias en situación de mayor vulnerabilidad social.
Las universidades públicas, en articulación con el conjunto del sistema educativo y científico-técnico, pueden resultar clave para fortalecer estas iniciativas, impulsando plataformas de aprendizaje, innovación y desarrollo socioeconómico, que contribuyan a potenciar dichas formas asociativas y entramados agroalimentarios de producción, comercialización y consumo popular y solidario. En esa dirección, desde hace más de una década las universidades nacionales vienen reformulando sus estrategias de vinculación académica con las comunidades, emprendimientos y organizaciones de este campo, con la finalidad de impulsar procesos de desarrollo territorial inclusivo, con estrategias que respondan simultáneamente a problemáticas sociales, económicas y ambientales. Específicamente, ya existe un considerable conjunto de equipos universitarios que venimos acompañando iniciativas de EPSS, realizando acciones de formación, extensión, innovación e incubación en la materia, así como conformando redes académicas específicas en diálogo con los actores. A esa trayectoria se suma el actual proyecto interuniversitario federal, impulsado de manera convergente por equipos académicos de seis universidades nacionales de nuestro país.
a) los circuitos cortos con mercados de cercanía, que implican una vinculación más directa entre productores y consumidores, tales como: ferias francas, de la agricultura familiar o de la EPSS; mercados populares; comercializadoras de intermediación solidaria con nodos territoriales de organización del consumo; etc. En estos circuitos se busca que una parte de la demanda de alimentos generada por familias trabajadoras se canalice hacia el abastecimiento más directo desde las/os productores cooperativos y de la agricultura familiar.
b) los circuitos alimentarios vinculados a mercados institucionales, que conllevan políticas públicas de ampliación del acceso y distribución social de alimentos, tales como la tarjeta alimentar, el compre alimentario público, la demanda de alimentos que realizan los comedores escolares y los comedores comunitarios vinculados a programas públicos, otros programas sociales de distribución y acceso alimentario, etc. Sintéticamente, con estos circuitos se busca que una parte del aumento de demanda alimentaria que genera la acción pública, contribuya también a mejorar las condiciones de venta, ingresos y producción de la agricultura familiar y las cooperativas de alimentos.
c) los circuitos socioeconómicos mayoristas, de mayor escala o logística regional e inter-regional, que contribuyen a reducir los costos de transacción y distribución, con flujos de mayor alcance territorial y escala operativa. Ello permite mejorar tanto los precios y calidad alimentaria para la población, como los ingresos y ventas para pequeñas/os productores de la agricultura familiar y cooperativa. Estos circuitos son clave para poder asumir desafíos de mayor escala, como por ejemplo, las compras públicas. También en su proyección, para generar núcleos o centros regionales de distribución alimentaria, que permitan interconectar de manera directa ofertas y demandas interregionales de la agricultura familiar, las cooperativas de alimentos y las entidades u organizaciones vinculadas a la organización del consumo, la provisión o el acceso alimentario.